jueves, 24 de septiembre de 2009
Un poco de ironía
domingo, 20 de septiembre de 2009
recordatorio...
COSAS QUE ME SIENTAN BIEN… Y QUE DEBERÍA HACER MÁS A MENUDO (o volver a hacer…)
sábado, 19 de septiembre de 2009
realidades
La cuestión es: ¿Por qué nada más poner un pie aquí ya tengo ganes de largarme otra vez? No vivo en un mal sitio… la ciudad no es preciosa, pero tiene sitios agradables… y lo más importante (para mi), tiene una playa estupenda.
Pero, no, cada vez que salgo y veo otros lugares me gustaría ser capaz de dejarlo todo e irme a vivir allí. No me gusta más un sitio que otro… me gustaría poder vivir una temporada en uno y después en otro… y otro…
Vivimos en un mundo muy grande, pero nuestra cotidianidad es muy pequeña… Nos pasamos la vida (o al menos la mayoría de nosotros) viendo las mismas caras, trabajando en el mismo sitio, oyendo los mismos comentarios, caminando por las mismas calles cada día,…
Bueno, mientras no encuentre la manera y, lo más importante, la fuerza para dar el paso, me conformo con ser feliz en la realidad que vivo AHORA y AQUÍ :)
martes, 1 de septiembre de 2009
sobre la inocencia...
Patrick Rothfuss. El nombre del viento
sobre el dolor...
miércoles, 1 de julio de 2009
Una breve historia de casi todo...
(...) para que estés ahora aquí, tuvieron que agruparse de algún modo, de una forma compleja y extrañamente servicial, trillones de átomos errantes. Es una disposición tan especializada y tan particular que nunca se ha intentado antes y que sólo existirá esta vez. Durante los próximos muchos años —tenemos esa esperanza—, estas pequeñas partículas participarán sin queja en todos los miles de millones de habilidosas tareas cooperativas necesarias para mantenerte intacto y permitir que experimentes ese estado tan agradable, pero tan a menudo infravalorado, que se llama existencia.
Por qué se tomaron esta molestia los átomos es todo un enigma. Ser tú no es una experiencia gratificante a nivel atómico. Pese a toda su devota atención, tus átomos no se preocupan en realidad por ti, de hecho ni siquiera saben que estás ahí. Ni siquiera saben que ellos están ahí. Son, después de todo, partículas ciegas, que además no están vivas. (Resulta un tanto fascinante pensar que si tú mismo te fueses deshaciendo con unas pinzas, átomo a átomo, lo que producirías sería un montón de fino polvo atómico, nada del cual habría estado nunca vivo pero todo él habría sido en otro tiempo tú.) Sin embargo, por la razón que sea, durante el periodo de tu existencia, tus átomos responderán a un único impulso riguroso: que tú sigas siendo tú.
La mala noticia es que los átomos son inconstantes y su tiempo de devota dedicación es fugaz, muy fugaz. Incluso una vida humana larga sólo suma unas 650.000 horas y, cuando se avista ese modesto límite, o en algún otro punto próximo, por razones desconocidas, tus átomos te
dan por terminado. Entonces se dispersan silenciosamente y se van a ser otras cosas. Y se acabó todo para ti.
De todos modos, debes alegrarte de que suceda. Hablando en términos generales, no es así en el universo, por lo que sabemos. Se trata de algo decididamente raro porque, los átomos que tan generosa y amablemente se agrupan para formar cosas vivas en la Tierra, son exactamente los mismos átomos que se niegan a hacerlo en otras partes. Pese a lo que pueda pasar en otras esferas, en el mundo de la química la vida es fantásticamente prosaica: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, un poco de calcio, una pizca de azufre, un leve espolvoreo de otros elementos muy corrientes (nada que no pudieses encontrar en cualquier farmacia normal), y eso es todo lo que hace falta. Lo único especial de los átomos que te componen es que te componen. Ése es, por supuesto, el milagro de la vida.
Hagan o no los átomos vida en otros rincones del universo, hacen muchas otras cosas: nada menos que todo lo demás. Sin ellos, no habría agua ni aire ni rocas ni estrellas y planetas, ni nubes gaseosas lejanas ni nebulosas giratorias ni ninguna de todas las demás cosas que hacen el universo tan agradablemente material. Los átomos son tan numerosos y necesarios que pasamos con facilidad por alto el hecho de que, en realidad, no tienen por qué existir. No hay ninguna ley que exija que el universo se llene de pequeñas partículas de materia o que produzcan luz, gravedad y las otras propiedades de las que depende la existencia. En verdad, no necesita ser un universo. Durante mucho tiempo no lo fue. No había átomos ni universo para que flotaran en él. No había nada..., absolutamente nada en ningún sitio.
Así que demos gracias por los átomos. Pero el hecho de que tengas átomos y que se agrupen de esa manera servicial es sólo parte de lo que te trajo hasta aquí. Para que estés vivo aquí y ahora, en el siglo xxi, y seas tan listo como para saberlo, tuviste también que ser beneficiario de una secuencia excepcional de buena suerte biológica. La supervivencia en la Tierra es un asunto de asombrosa complejidad. De los miles y miles de millones de especies de cosas vivas que han existido desde el principio del tiempo, la mayoría (se ha llegado a decir que el 99 %) ya no anda por ahí. Y es que la vida en este planeta no sólo es breve sino de una endeblez deprimente. Constituye un curioso rasgo de nuestra existencia que procedamos de un planeta al que se le da muy bien fomentar la vida, pero al que se le da aún mejor extinguirla.
Una especie media sólo dura en la Tierra unos cuatro millones de años, por lo que, si quieres seguir andando por ahí miles de millones de años, tienes que ser tan inconstante como los átomos que te componen.
Debes estar dispuesto a cambiarlo todo (forma, tamaño, color, especie, filiación, todo) y a hacerlo reiteradamente. Esto es mucho más fácil de decir que de hacer, porque el proceso de cambio es al azar. Pasar del «glóbulo atómico protoplasmático primordial» —como dicen Gilbert y Sullivan en su canción— al humano moderno que camina erguido y que razona te ha exigido adquirir por mutación nuevos rasgos una y otra vez, de la forma precisa y oportuna, durante un periodo sumamente largo. Así que, en los últimos 3.800 millones de años, has aborrecido a lo largo de varios periodos el oxígeno y luego lo has adorado, has desarrollado aletas y extremidades y unas garbosas alas, has puesto huevos, has chasqueado el aire con una lengua bífida, has sido satinado, peludo, has vivido bajo tierra, en los árboles, has sido tan grande como un ciervo y tan pequeño como un ratón y un millón de cosas más. Una desviación mínima de cualquiera de esos imperativos de la evolución y podrías estar ahora lamiendo algas en las paredes de una cueva, holgazaneando como una morsa en algún litoral pedregoso o regurgitando aire por un orificio nasal, situado en la parte superior de la cabeza, antes de sumergirte 18 metros a buscar un bocado de deliciosos gusanos de arena.
No sólo has sido tan afortunado como para estar vinculado desde tiempo inmemorial a una línea evolutiva selecta, sino que has sido también muy afortunado —digamos que milagrosamente— en cuanto a tus ancestros personales. Considera que, durante 3.8 oo millones de años, un periodo de tiempo que nos lleva más allá del nacimiento de las montañas, los ríos y los mares de la Tierra, cada uno de tus antepasados por ambas ramas ha sido lo suficientemente atractivo para hallar una pareja, ha estado lo suficientemente sano para reproducirse y le han bendecido el destino y las circunstancias lo suficiente como para vivir el tiempo necesario para hacerlo. Ninguno de tus respectivos antepasados pereció aplastado, devorado, ahogado, de hambre, atascado, ni fue herido prematuramente ni desviado de otro modo de su objetivo vital: entregar una pequeña carga de material genético a la pareja adecuada en el momento oportuno para perpetuar la única secuencia posible de combinaciones hereditarias, que pudiese desembocar casual, asombrosa y demasiado brevemente en ti.
(...)
Bill Bryson. Una breve historia de casi todo
domingo, 15 de marzo de 2009
Manual de instrucciones y GPS
Yo no tengo GPS y no acostumbro a usar los manuales, sólo los uso cuando alguna máquina se queda bloqueada y no sé como hacer que vuelva a funcionar, o cuando desconozco como hacer que haga lo que quiero… ¡Qué práctico que sería! Saber que hacer cuando me quedo bloqueada o saber cual es el camino más rápido y seguro para alcanzar el objetivo deseado, en vez de dar vueltas y más vueltas hasta vislumbrar (cuando estoy de suerte) una lucecita a lo lejos…
Con los años he ido haciéndome mi propio manual de la vida y afinando la brújula interna. Cada vez me cuesta menos trabajo desbloquearme en determinadas situaciones y encontrar un camino. Seguramente no es el mejor camino porque está lleno de curvas y baches, pero como mínimo es un camino a seguir… y cuando llego a un desvío soy capaz de escoger sabiendo que cualquier decisión es correcta.
domingo, 1 de marzo de 2009
un comienzo...
Me pareció un nombre muy adecuado para este blog… en donde no pretendo hablar de nada en concreto y si un poco de todo… o al menos del pequeño todo que me rodea y soy ;)
Me gustaría que este blog fuera mi libreta de viaje y apuntar aquellas cosas que en un momento dado puedan parecerme interesantes en mi camino por la vida…
El otro día, husmeando entre blogs, encontré algo interesante… se trata de una especie de ejercicio. A mi me inspiró un comienzo. Me pareció que era una buena manera de empezar las 10.000 cosas.
Este es el ejercicio y yo digo lo siguiente:
Yo soy lo que me permito ser
Yo leo siempre que puedo
Yo llevo puesto casi siempre unos tejanos y mis gafas
Yo tengo sueño y sueños… y mucha paciencia
Yo vivo al borde del desequilibrio psíquico
Yo escucho dependiendo del momento una cosa u otra, y siempre que puedo escucho el silencio
Yo huelo a tabaco… (tengo que dejar de fumar)
Yo bebo mucha agua, un poco de café y té, y a veces coca-cola… y casi nunca alcohol (de vez en cuando una copa de vino y en verano alguna cervecita)
Yo creo que la vida es fantástica… aunque a veces se me olvida
Yo como de todo menos carne. Mucha verdura y demasiado chocolate
Yo hago cada día menos ejercicio
Yo me acuesto con una camiseta vieja
Yo me río muy a menudo
Yo no entiendo porque nos complicamos tanto la vida… o debería hablar en singular??
Yo miro la gente, el cielo, el mar, el campanario de la iglesia que hay enfrente de mi casa,… Me relaja perder la vista en el horizonte.
Me gusta sentir la brisa en la cara
Me gustaría tener menos miedo
Yo escribo cada día menos y peor
Yo espero aprender
Yo se que el amor, la generosidad y la compasión pueden cambiar el mundo